La homofobia es una enfermedad psico-social que se define por tener odio a los homosexuales, pertenece al mismo grupo que otras enfermedades parecidas, como el racismo, la xenofobia o el machismo. Este grupo de enfermedades se conoce con el nombre genérico de fascismo, y se fundamenta en el odio al otro, entendido éste como una entidad ajena y peligrosa, con valores particulares y extraños, amenzadores para la sociedad, muchos de este tipo son odios sin fundamentos.
La homofobia es un problema social muy poco atendido. Incluso, cuando se lo menciona, la misma homofobia hace que tomadores de decisión duden o se nieguen a abordar siquiera el problema. Las personas homosexuales, e incluso aquellas de las que simplemente se sospecha que lo son, han padecido toda clase de abusos y represión a lo largo de toda la historia y en todo el mundo. A pesar de ello, no hay instrumentos internacionales que protejan a las personas de discriminación por su identidad sexo genérica o su preferencia u orientación sexual, salvo la Carta de Derechos Humanos de la Unión Europea, que, evidentemente, no aplica a México.
La homofobia así se vuelve un condicionante para una serie de situaciones que comprometen la convivencia civilizada, la atención de problemas de salud que atañen a las personas que tienen sexo con personas de su mismo sexo, y motivan prácticas represivas, intolerantes, discriminatorias o francamente negativas.
Combatir este prejuicio contribuye sin duda a una cultura de los derechos humanos, y a una convivencia civilizada y armónica entre los diferentes. Contra lo que panfletariamente dicen algunas formas de pensar, que la homosexualidad acaba con la "familia" (así como concepto abstracto), la homofobia, como idea errónea, sí condiciona que las personas tomen decisiones o realicen conductas que sí afectan la convivencia armónica de familias en lo particular a las que pertenecen personas homosexuales.
A veces da la impresión que todos llevamos un discriminador en nuestro interior, que solamente espera la oportunidad para salir de su letargo y envenenar el ambiente social en el que nos desenvolvemos. Y es que la discriminación está basada en prejuicios que sostienen un trato de menosprecio a ciertos tipos de personas consideradas no sólo distintas, sino inferiores. Dichos prejuicios, desde luego, no son reconocidos como tales, sino que son adoptados por quien discrimina como si fueran verdades naturales e incuestionables.
fuente: