miércoles, 4 de febrero de 2009

¿Activo o pasivo? roles sexuales

Los actuales roles sexuales en hombres gays son “inalterables” para muchos de ellos hoy en dia. Hay quien al considerarse activo teme explorar el rol pasivo por miedo a mellar su masculinidad, y que al encontrar un recurrente gusto por ser receptivo, su forma de ser se afemine.

En la Grecia clásica era común que los hombres tuvieran sexo con otros hombres; se traba de un rasgo de virilidad. Quizá no era tan común la misma práctica entre mujeres, pero entre varones se le asociaba a elementos sociales de poder y enseñanza. Los varones de mayor rango, principalmente mayores en edad, eran los erastes, o quienes tenían un rol activo durante el acto sexual; los erómenos, por el contrario, solían ser más jóvenes y quienes debían ser sexualmente receptivos. Tal era la usanza y la tradición.

De esta manera, cada hombre tenía, si bien la oportunidad de mantener una sexualidad homoerótica a su antojo, también la obligación de ser erastes o erómenos según su rango, su edad y algunas otras circunstancias; era inalienable. Esto es que si un erómenos tenía a bien adoptar un papel activo en el coito, la sociedad al enterarse lo tachaba de insubordinado; y si a un erastes se le antojaba ser penetrado en el acto sexual por su compañero, la misma sociedad le volvía objeto de burla y escarnio. Finalmente, aún entre los griegos había una notoria intolerancia sexual.Pero eso es lo que sucedía en aquél entonces, momento histórico en el que un hombre solamente tenía a su disposición una alternativa para buscar el placer homoerótico. Años han pasado a montones, y sin duda muchas cosas han cambiado conforme el tiempo ha transcurrido hasta traernos a nuestra época.

En la sociedad moderna nuevamente es común que hombres tengan sexo con otros hombres, hecho que es palpable en los medios de comunicación y en la cotidianidad de las calles. Hay una creciente aceptación social que, empero, no alcanza aún a ser completa, y se reconoce paralelamente que también a las mujeres les apetece a veces relacionarse eróticamente entre ellas, pero carecen, como en la Grecia clásica, de la visibilidad social de la que ellos gozan.

Los hombres homosexuales suelen agruparse en dos categorías: pasivos y activos, lo que hace referencia al tipo de conducta al que recurren durante el acto sexual. Para cada categoría la sociedad gay asocia una serie de atribuciones, es decir, en tanto que se espera que los hombres activos sean dominantes, se deja para los pasivos el ser sumisos; mientras los activos sean masculinos, los pasivos se mostrarían femeninos; etcétera. En este momento histórico cuando un hombre se identifica como gay, no es directamente víctima del escarnio social, principalmente en las grandes ciudades, pero lo es si reconoce públicamente ser pasivo.

Es una cuestión de prestigio y poder que impide el que un hombre usualmente activo, pruebe un rol pasivo: en un contexto donde los hombres están por encima de las mujeres, se estila que los gays masculinos estén por encima de los gays femeninos (en el caso de que la existencia de éstos últimos sea algo más que un prejuicioso mito). Así, el gueto se estratifica a partir de una cuestión tremendamente sutil: el modo en que se disfruta de la sexualidad, emparejándonos sin empacho con la idiosincrasia de los antiguos griegos.

¿Qué hay con todo esto? Que si bien para los griegos ser erómenos o erastes era una atribución inalienable, obligatoria, que se proyectaba más allá de su elección personal, en la sociedad actual tendemos a asumir que ser pasivo y activo son calidades igualmente inalterables. Hay quien al considerarse activo teme explorar el rol pasivo por miedo a mellar su masculinidad, y que al encontrar un recurrente gusto por ser sexualmente receptivo, su forma de ser se afemine, se le note más el ser homosexual o, simplemente, se convierta en objeto de burla al hacerse público que al menos en alguna ocasión a él le agradó ser pasivo.

Por otra parte, entre el conjunto total de hombres en el mundo, hay personalidades específicas para las que el control es una meta muy atractiva por alcanzar; sentir el poder, en varias de sus manifestaciones, les es altamente gratificante. Esto es hablar de hombres con actitudes dominantes, que no necesariamente deban de modificar este rasgo en su forma de ser, pero que frecuentemente su anhelo de dominio les lleva en el terreno sexual a buscar un insistente papel activo que les permita dominar al otro (la tendencia leather es un útil ejemplo de lo anterior), volviendo el acto sexual en un velado juego de poderes.

El problema, ya sea que haya de por medio un temor a lesionar su masculinidad, la necesidad de dominio sobre el otro o un mero hábito sexual que le conduce a un hombre a ser siempre activo, surge cuando lo que se pierde es el impulso a explorar; dado que el éxito del placer sexual se deriva de la innovación y el ejercicio de la creatividad, el recurrir constantemente al mismo y único modo de obtener placer (nota que también incluye a quienes siempre buscan placer en la receptividad sexual) puede desgastar esa práctica y volver el sexo anodino, sin chiste y en una simple manera de aliviar la tensión sexual, pero sin el placer orgásmico de por medio.

Innovación es renovar la dinámica incluyendo nuevas posturas sexuales, experimentar otros roles, integrar elementos a la relación sexual como juguetes, comida, etcétera. Al faltar la innovación surge esta especie de tedio sexual que exalta el placer del sexo con desconocidos (si no innovas cambiando tu técnica, lo haces cambiando a tu compañero sexual) que hace de la relación sexual un acontecimiento novedoso y fresco, en tanto que se mantenga nueva y fresca por sí misma.
El tip aquí no es, sin duda, dejar de tener sexo con desconocidos, sino cambiar y variar el estilo para enriquecer el acto sexual y no anclar la sexualidad en un solo rol, conformándose tan sólo con la mitad de las probabilidades de sentir placer.

Afortunadamente, en tiempos recientes ha habido una mayor cantidad de hombres que se definen como inter, es decir, que encuentran placer tanto en el rol activo como en el pasivo durante el coito, y aunque probablemente el placer para ellos, o para cualquiera, será mayor con la estimulación del glande o de la próstata, según su gusto, no dudan en recurrir a todas las fuentes de éxtasis para alcanzar un orgasmo pleno.


Fuente: Hernán Paniagua, gremiogy.wordpress.com