martes, 9 de septiembre de 2008

Salir del closet, decisión personal que no es difícil preparar


Jorge es homosexual y se tuvo que casar hace 20 años para taparle el ojo al macho, hoy a sus 43 años es divorciado y mantiene una hija. Ahora tiene una pareja hombre, pero sus familias no saben y es "angustiante" el engaño.

Jorge es homosexual y se tuvo que casar hace 20 años para taparle el ojo al macho pues sus padres lo hubieran corrido de casa si como único hijo varón le hubiera salido con tal “desgarriate”.

Hoy, a sus 43 años y siendo profesor universitario, cada 15 días reparte su quincena con quien fuera su mujer para la manutención de su hija. Se divorció cinco años después de casarse porque no pudo con la carga, su ex mujer ignora que estuvo casada con un homosexual aunque, dice Jorge, “creo que lo sospecha”.

Tener una hija no es del todo desagradable, confiesa, aunque hubiera preferido no tener esa gran responsabilidad. Como divorciado trata de “recuperar el tiempo perdido” viviendo con su pareja hombre, pero las familias de ambos no saben “nadita de nada” y acepta que a veces es angustiante el engaño porque teme ser descubierto y tener que dar explicaciones.

Su historia no es la única, no salir del closet en la juventud lo llevó a engañarse en aras de cumplir las expectativas que tenía la familia sobre él.

En el ambiente gay no están todos los que son ni son todos los que están, es decir, parafraseando una canción popular “la cosecha de gays nunca se acaba” y no es chiste. Conservadoramente y aludiendo a Kinsey con su famosa escala, en cada ciudad por cada millón de personas al menos habría 100 mil con una orientación distinta a la heterosexual y eso aplicado a una nación las cifras se duplican exponencialmente.

A estas alturas, cuando en el DF se han cumplido 30 años de visibilidad gay y se trabaja ya por la normalización, toda vez que existe una ley que en la capital permite la unión legal de homosexuales, cuando ya se puede cambiar de sexo con papeles nuevos de identidad incluidos.

Si hay tantos sitios de reunión, convivencia y de expresión gay, si hay medios gays para gays y las agendas mediáticas han cambiado sus discursos para reconocernos y respetarnos, ¿aún existen personas dentro del closet?

Sería entendible en las pequeñas poblaciones y en las zonas rurales del país, ¿pero en las grandes urbes y en los tiempos del internet y de la era de la información?

Si existen hombres y mujeres en el armario es porque son herederos de los prejuicios sociales que provocaron que se casaran y vivan reprimidos, o bien viven su homosexualidad en secreto engañando a sus familias; otros más no se casaron y son los eternos solterones y como dice el dicho: “solterón cincuentón de seguro maricón”.

Pero en las nuevas generaciones no se entenderían las razones de su closet si no recurrimos al hecho de que, pese a todo, en la sociedad mexicana persisten los convencionalismos y la satanización de la homosexualidad, la sentencia eclesiástica de que es un grave pecado mortal aún tiene conciencias crédulas.

Por eso, la gran mayoría de homosexuales viven en su closet, es su zona de confort, no quieren, por vergüenza y por no desilusionar a la familia, pagar el costo de vivir libremente su orientación sexual y afectiva.

Si bien salir del closet es un proceso que algún día enfrentamos algunos hombres y mujeres que tenemos la orientación homosexual, ya sea por decisión propia o porque nos han “descubierto”, actualmente la satanización y los estigmas tejidos en torno al tema han ido paulatinamente disminuyendo gracias a la educación sexual impartida en el sistema oficial y a la apertura que existente en los medios de comunicación y de información, en los que por supuesto de vez en cuando hay algún chispazo de homofobia, pero afortunadamente son casos contados.

Al irse asumiendo lo homosexual socialmente pese a la cerrazón de las religiones, agrupaciones de derecha y los prejuicios familiares, son cada vez mayor el número de personas que se atreven a salir de su armario sin dejarse afectar por quienes condenan a priori las conductas sexuales llamadas alternas y que se aferran en mantener prejuicios y tabúes absurdos, con su consecuente intolerancia y agresión.

Es en la medida en que la población homosexual se hace visible de forma social, como se evoluciona hacia el respeto, pues ya es hora de que se nos dé algo más que tolerancia y no es una graciosa concesión, ese dar es en realidad el reconocimiento de que por ser personas simple y llanamente merecemos respeto hacia nuestras formas de ser y de pensar aunque sean distintas al de la mayoría, esa masa que no siempre tiene la razón por más que se diga que la democracia es la neta del planeta.

Si bien en algún momento el colectivo gay del país pidió tolerancia, a 30 años de eso que llaman los que saben "inicio del movimiento de liberación homosexual", podemos aspirar a más, pues como alguna vez dijo Susana Zabaleta: "La tolerancia es insultante, otorga respeto".

Pero eso no se nos da como una concesión, se obtiene en la medida en que nos la ganamos y para ello primero debemos asumirnos como gays y lesbianas saliendo del closet en lo personal y después como grupo visible para después pugnar por la normalización.

Libertad sin remordimientos

Asumirse como no heterosexual públicamente no es fácil y no carece de problemas, pero es una experiencia inolvidable y trascendental, tanto que es un momento que te marca para el resto de la existencia, por eso si tienes la oportunidad de planearlo pues qué mejor, de esa manera te será más suave.

Se ha escrito mucho sobre las formas de hacerlo, pero los que saben coinciden en que es una decisión muy personal que debe ser tomada en serio y alistarse para el momento y qué mejor si se cuenta con una guía.

Michelangelo Signorile en su libro Ser Gay y no Morir en el Intento (Plaza y Janés, México, 2003), manifiesta que salir del closet no es sólo decir que somos gays y lesbianas y ya. Es un complejo proceso mediante el cual nos liberaremos y tendremos una existencia sin remordimientos ni sentimientos de culpa, es por ello que apunta que ya son millones las personas que han enfrentado el juicio inquisitivo de quienes no aceptan la diversidad y es que pese a todo, persisten las personas necias en su conservadurismo que tachan de pecado ser homosexual.

Además, indica que gays y lesbianas no somos fenómenos y que debamos ocultar ese “secreto terrible” de nuestra sexualidad y afectos, por eso considera que desclosetarnos es empezar a vernos como seres normales y orgullosos de los que somos, es empezar a experimentar, gradualmente por supuesto, una vida física, emocional y sexualmente más sana, toda vez que dejamos atrás miedos y angustias, la vergüenza de ser aparentemente distintos frente a los demás (y de hecho todos somos distintos tengas la orientación que tengas).

Si bien este libro es una guía para salir del closet lo menos raspado posible, a diferencia de otros textos se va directamente al grano sin ocuparse demasiado en el clásico debatir entre si debemos o no salir del armario, hace un recuento de las formas más comunes en que se sale del closet así como de los problemas que podemos enfrentar, y se nos sugieren asertivamente las maneras de superarlas.

Analiza las etapas que comprende este proceso y para cada una de ellas aconseja el autor dinámicas individuales para conocernos y valorarnos como seres humanos y deshacernos de fantasmas mentales que hemos adquirido durante nuestra existencia y que nos impiden identificarnos plenamente y ser seres íntegros.

Salir del closet es para Signorile un renacimiento de la persona, pues se mata "una identidad previamente construida y crearás una nueva" con la que te sentirás un ser humano más íntegro pues habrás superado el conflicto de la máscara o de la doble vida para iniciar con plenitud una auténtica y plena existencia.

Salir del closet no es difícil si te preparas para hacerlo, afuera no hace frío y se vive a plenitud en libertad.

Fuente: www.anodis.com
por Rafael Sánchez Zanella
[raffless@hotmail.com]


1 comentario:

Adriana dijo...

Considero que es un artículo interesante ya que nos proporciona el nombre de un libro para ayudarnos a salir del closeth, Gracias por publicarlo.